MI HISTORIA
ASÍ ME HICE DUEÑA DE MI PROPIO DESTINO
He estado ahí.
Hablo de la presión en el pecho que sentía cuando el dinero no llegaba. De vivir una época en la que los números rojos se presentaban mucho antes de fin de mes y en la que cuando había un imprevisto tenía que hacer malabares con distintas tarjetas para poder pagarlo.
Mi trabajo no me disgustaba, pero la frustración en los últimos años asomaba la cabecita: sentía que mi valor era mucho más alto que mi precio. Ahora, con perspectiva, lo veo claro: malvendí mi tiempo durante esos últimos años.
También sé lo que es la incertidumbre, la que te paraliza.
En casa vivimos una situación complicada cuando los niños eran pequeños: la empresa para la que trabajaba mi marido quebró. Su sector prácticamente desapareció, ya no tenía sentido seguir buscando trabajo de lo suyo. Todo se había ido al gran gigante: China.
La sensación de no saber por donde tirar añadía dificultad a una situación ya de por sí de dureza económica, emocional y psicológica. Dependíamos de mi sueldo y teníamos dos enanos.
Pero aquí viene la clave, la que realmente importa:
Con 48 años y dos hijos,
él se atrevió a reinventarse por completo
Pidió dinero prestado para estudiar una nueva profesión y hoy tiene un camino laboral que le apasiona. Esto me dio una lección que me tatué: no hay que dejar que el miedo dirija. La vida pone pruebas, pero si te atreves a tomar decisiones y tu compromiso contigo es inquebrantable, el juego cambia por completo.
MI PUNTO DE QUIEBRE FUE DOLOROSO
MI DECISIÓN, SALVADORA
La vida me asestó un golpe importante, mi madre enfermó.
Fueron tres años muy difíciles. Como hija única y sin padre, la carga era fuerte, todo dependía de mí.
Mi marido estaba feliz con su nuevo proyecto, pero viajaba mucho, mis hijos eran pequeños y yo trabajaba. El nivel de estrés alcanzó cotas insoportables; empecé a somatizar y sentí de forma clarísima que tenía que parar, bajar el ritmo.
No llegaba a todo, no podía seguir así y, sobre todo, quería dedicarle a mi madre el tiempo de calidad que se merecía en su última parte de camino.
Dicen que cuando el sufrimiento es muy alto, le pierdes el miedo al cambio.
Y así fue.
Decidí dejar mi trabajo.
Una vez más, la vida me demostró que la cosa va de DECISIONES.
Volvimos a estrecharnos el cinturón, pero hice lo que sentía: cuidar de mi madre, de mis pequeños, de mí misma y bajar revoluciones.
Mi madre falleció y tras aquella lección de vida que te mueve los cimientos, tuve algo aún más claro: no quería volver a la rueda, ni que nadie me «abriera la jaula» solo 30 días al año para salir de vacaciones.
Fue ahí, en ese punto de inflexión, donde empecé a devorar libros de educación financiera. El primero que me leí me voló la cabeza. Sentí con fuerza que el dinero se podía ganar de muchas maneras. Fue una revelación. Pero no tenía ni idea de cómo empezar. Entendí que necesitaba formarme y así hice.
Y desde entonces hasta hoy, es un camino que disfruto todos los días. Sigo formándome, actualizándome constantemente. Dicen que tus ingresos solo crecen hasta donde creces tú. Puedo decir que me gusta mucho en la persona que me he convertido y que tengo una muy buena relación con el dinero. Somos colegas, pero la que manda soy yo.
MI MISIÓN AHORA
DEJAR MI GRANITO DE ARENA EN
TU LIBERTAD
Y ahora siento agradecimiento a todos esos momentos. Cada uno ha sido una lección que me ha llevado a donde estoy hoy. Solo puedo dar las GRACIAS.
Actualmente, vivo de mis inversiones. Mi tiempo es mío. Mi libertad es real. Y no puedo quedarme esto solo para mí. Siento que no puedo. Sería egoísta. Poco humano.
Hasta ahora he ayudado a personas con asesoramientos personalizados. Acompañándoles. Aportando soluciones. Disfrutando de ver transformaciones y de cómo su dinero empieza a COMPRAR TIEMPO A SUS VIDAS. Y siempre la misma pregunta: «¿Por qué no ayudas a más personas?».
Fue entonces cuando lo vi claro. Lo sentí. Tenía que devolverle a la vida lo que me había dado a mí.
Mi «granito de arena» no podía limitarse únicamente al uno a uno. Para intentar impactar en este mundo, donde siento que cada vez nos hacen ser menos libres, la divulgación debe ser masiva.
El canal online nunca me había llamado. Sinceramente creo que era miedo y cierta vergüenza a la exposición (y algo queda). Pero yo ya me había tatuado la lección respecto al miedo con el ejemplo de mi marido, así que no había opción.
Ésta es mi decisión: transformar la relación de las personas con el dinero, guiar a quienes deseen cambiar su historia y quien lo haga, sienta lo que es ser libre. Viva con la paz que da la seguridad y entienda que el dinero es una magnífica herramienta y un poderoso empleado que, si lo dirige, trabajará incansablemente para su libertad.
Y todo esto, simplemente, porque un día TOMÓ UNA DECISIÓN.
ESCÚCHAME BIEN, QUIERO QUE SEPAS QUE
YO SÍ CREO EN TI
Nos han educado para seguir el camino al que llaman «correcto»: estudiar, trabajar duro (sangre, sudor y lágrimas), y vivir como nos marcan… pero nadie nos enseñó a dominar el dinero, a hacerlo nuestro aliado.
Nos dijeron que la seguridad estaba fuera, en un empleo, en un sistema y el verdadero poder y la verdadera seguridad, está dentro de ti.
Tienes toda la capacidad para tomar el control, aprender y reescribir tu propia historia.
No dejes que la inercia o el miedo decidan por ti. ¡Es hora de que decidas tú!
